Daniel, el Mochuelo, intuye a sus once años que su camino está en la aldea, junto a sus amigos, sus gentes y sus pájaros. Pero su padre quiere que vaya a la ciudad a estudiar el Bachillerato. A lo largo de la noche que precede a la partida, Daniel, insomne, con un nudo en la garganta, evocará sus correrías con sus amigos -Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso- a través de los campos descubriendo el cielo y la tierra, y revivirá las andanzas de la gente sencilla de la aldea.

El Camino es uno de los títulos más famosos de Miguel Delibes, autor vallisoletano también conocido por otras obras como La sombra del ciprés es alargada, Los Santos Inocentes o Cinco horas con Mario.

Esta obra es la historia de un pueblo, conformada a su vez por un mosaico de historias más pequeñas, que llegan al lector a través de los recuerdos de un niño que ha pasado once años observando a sus vecinos con unos ojos atentos, los mismos que le otorgaron el mote de 'el Mochuelo'. Esta forma de transmitir la historia es una de las piezas clave de la obra, ya que toda la acción aparece teñida por la inocencia y el criterio de la infancia. 

Además, el autor consigue narrar lo cotidiano de una forma mágica haciendo de los entresijos de la gente sencilla una gran historia. No se deja nada, bueno o malo, fuera de escena. Esto, junto a la humanidad de los personajes, llena el libro de momentos tanto emotivos como divertidos. El conjunto de personajes es tan rico y variopinto como lo sería en cualquier pueblo de España. Si has crecido en uno, en cualquiera de ellos puedes ver reflejado a alguien que conozcas, lo que genera una fuerte empatía y convierte a la historia en algo extrañamente cercano. La empatía también aflora con las reflexiones del mochuelo, ya que es imposible, al leer la forma en la que entiende el mundo, no sentir que tu yo de once años asentiría vehementemente a su lado, como él hace con cada sentencia del Moñigo. 

No hace falta decir mucho más sobre esta novela, solamente recomendarla a todo el que haya llegado leyendo hasta aquí. Es una obra mágica, divertida y emotiva, digna de no dejar caer en el olvido y que seguro le gustará a lectores de cualquier generación. Desde su escritorio, esta amante de los pueblos pequeños, sus chismorreos, del campo, de los pájaros y de bañarse en pozas, promete que le dedicará algún día una tercera lectura, y que esta vez no tardará diez años.